Los Watts son cada vez más al centro de atención de las competiciones ciclistas. Entrenadores, corredores, expertos están cada vez más interesados en este parámetro. Escaneados, analizados, comparados, mucho más que la velocidad, son un indicador de la condición física de un corredor. En un deporte en el que la sospecha de casos de doping está siempre latente, algunos ven en sus cálculos una forma de controlar el rendimiento. Hay que decir que el ciclismo de hoy parece expresar ciclistas más coherentes con la fisiología, pero hay algunas consideraciones interesantes.
El watt no es más que una unidad que mide la potencia. Es la misma unidad que se utiliza para cuantificar la potencia de una bombilla o un refrigerador. En una bicicleta, la potencia es la cantidad de energía que el ciclista proporciona durante un período de tiempo determinado. Conocer su poder se hizo indispensable para un ciclista de alto nivel. Un buen entrenador es ahora capaz de predecir en segundos el tiempo que le toma a un corredor escalar una montaña.
El ciclista debe mantener un alto nivel de potencia durante el mayor tiempo posible. En promedio, en el Tour de Francia, un buen piloto tiene una potencia de 400 watts. Un velocista, como Fernando Gaviria o Marcel Kittel, puede subir a más de 1000 watts en muy poco tiempo mientras cruza la línea de meta cuando está en su máximo rendimiento. Estamos hablando de valores medios que no deben confundirse con picos de potencia muy cortos.
En las montañas el esfuerzo es más prolongado, el consumo de energía y la potencia se desarrollan durante el ascenso. Para calcular indirectamente la potencia de un corredor, es necesario conocer varios parámetros: la velocidad del corredor, los coeficientes de rotación y de penetración del aire, el porcentaje de pendiente de la subida y, finalmente, el peso del corredor. Y ahí es donde se vuelve más complicado. Por ejemplo, Sky se niega a comunicar el peso exacto de Christopher Froome.
Antoine Vayer, ex médico de Festina en 1998, fue uno de los primeros en utilizar el watt para hablar de dopaje. Ha recopilado todos los datos recogidos en Tours de France durante los últimos 30 años. A partir de estos resultados, se constituyeron 3 categorías.
Por sobre el promedio de 410 watts en una subida, el ciclista es considerado sospechoso. En 2000, el dúo Pantani-Armstrong, que más tarde se confundió con el doping, escaló el Ventoux con una media de 416 watts.
A partir de 430 watts, se habla de corredores “milagrosos”. Por encima de 450 es algo no humano… El mejor escalador de todos los tiempos, Marco Pantani escaló los Alpes de Huez en 36 minutos y 50 segundos, con un promedio de 468 watts cuesta arriba. En 2013, la actuación de Froome en las calles de Ax 3 Domaines roza este límite. Para un ascenso en 23 minutos y 13 segundos, el cálculo teórico estimado por algunos expertos fue de 446 watts.
El cálculo del watt no es prueba de doping. El atleta de alto rendimiento es el que va precisamente en busca del rendimiento y por lo tanto trata de ir más allá de lo que se creía imposible. Es sólo un medio de advertencia que suscita sospechas sobre un rendimiento a veces extraordinario.